A veces, es suficiente que en un lugar llueva mucho para asociar a los habitantes del mismo con una manera de ser concreta. Y es que la lluvia se relaciona fuertemente a un sentimiento de nostalgia, tristeza, morriña… algo que es intrínseco a la naturaleza del ser humano. Es suficiente pensar que en Galicia llueve mucho para generalizar que sus habitantes son de una u otra manera de ser y que tengan unas costumbres que no tendrían de habitar en un lugar dónde apenas lloviese.
Todo el mundo sintió o escuchó decir que un día de lluvia produce apatía, pocas ganas de hacer nada, tristeza e incluso puede hacer más difícil el madrugar, si cabe. Por el contrario, en un día de sol resplandeciente, se suele estar con ganas de salir de casa, quedar con amigos y con la motivación necesaria para afrontar los retos del día a día.
Estos sentimientos no ocurren por un casual, sino que suceden por causa del cerebro humano y los procesos químicos y fisiológicos que en él se producen. El cerebro segrega ciertas sustancias (los neurotransmisores) que hacen que las neuronas puedan comunicarse entre sí, como puede ser la serotonina, responsable de regular funciones como el dolor, el hambre o el sueño. Esta hormona es, en parte, responsable de los síntomas de depresión en nosotros, ya que tiene gran influencia en el sistema que regula nuestro estado de ánimo y a la vez, se ve regulada por la cantidad de luz solar a la que estamos expuestos.
Sin embargo, gracias a la oscuridad de la noche producimos otra substancia de manera natural llamada melatonina, cuya función es relajarnos para que aumente nuestra somnolencia y así prepararnos para el sueño.
De ahí que, en los días lluviosos y generalmente con poca luz, nuestro cuerpo tienda a producir melatonina, con lo que el cerebro recibe una señal contradictoria a la actividad para la que tendríamos que estar preparados a realizar ya que tiende a desactivarnos, por lo que nuestras ganas de hacer cosas disminuyen notablemente.
Esta escasez de luz solamente es una causa más por la que las personas tendemos a sentirnos más tristes y desganados en los días lluviosos. Igualmente, la gente que se va a vivir a países cercanos al círculo polar, en los que llegan a estar meses sin apenas luz solar, sufran un estrés emocional «inexplicable» ya que no están acostumbrados a esas circunstancias ambientales.
Esto no quiere decir que la falta de luz solar provoque depresión, ya que son necesarios otros factores tanto vitales, mentales, hormonales y de comportamiento, pero lo que sí es recomendable es realizar actividades de ocio que tiren en sentido contrario a la dejadez que nos produce esta ausencia de luz.
Como hemos visto, el clima puede entonces influir en nuestro estado de ánimo y en nuestro nivel de actividad; por eso es necesario buscar opciones para que ese decaimiento no nos arrastre a un día triste y lluvioso más. Para evitarlo, hay que esforzarse en buscar opciones bajo techo de cosas que nos gusten hacer, como podría ser una reunión con amigos, una merienda en familia, jugar a juegos de mesa, preparar una comida que nos encanta, pero requiere tiempo, ir al cine…. cualquier cosa que nos entretenga y nos haga estar activos hará que el ánimo mejore.
Otras cosas, a priori no tan divertidas pero que nos pueden ayudar igualmente, son las de aprovechar una tarde de lluvia ordenando armarios, organizando estanterías y haciendo limpieza general, ya que deshacerse de cosas que no utilizamos y ocupaban espacio contribuyen con nuestro bienestar general, a la vez que mantienen nuestra mente ocupada.
Otra opción para combatir la soledad y tristeza de una tarde gris es hablar con gente, ya que es saludable para nosotros y nos sirve para mejorar nuestro estado de ánimo: una llamada a una persona cercana con la que hace tiempo que no hablamos o una videollamada con algún familiar que esté lejos, todo ayuda para salir de la apatía y la tristeza.
Desde luego que, a pesar de un día de lluvia, no podemos descartar hacer cosas que impliquen salir de casa. Hay multitud de actividades que se pueden hacer, ya sea visitar a un amigo, ir a un museo, ver una exposición, ir al cine o al teatro, ver una exposición, … Para eso se inventaron los paraguas y las botas y cualquier cosa que nos haga levantar del sofá será más beneficioso mentalmente que quedarnos sentados en él.
Aplicando una serie de comportamientos, que a veces requieren un esfuerzo, nos ayudarán a llevar de mejor manera esos días grises y lluviosos a los que asociamos esos sentimientos de tristeza; y recuerda que, como decimos en Galicia, «nunca choveu que non escampara».